Wednesday, July 05, 2006

julio cinco

Tras el horrendo festín que consumió mis ideas nocturnas, tras el mal estar en un sueño prestado, pesado, penado por espectros del dolor, es otro día, otro vacío en la Furia hecha Furia gris por la gris disposición del todo, del cielo, del subterráneo, del propio yo. Hoy me encuentro gris, molesto, aún a pesar de contar con aquellos que me sostienen desde lejos, más cerca, aunque siempre lejos, lejanos como yo, con mis oraciones impostadas, apartadas, que no obstante saben el mensaje correcto acarrear: Mi mensaje nunca se ha de callar. Por todo lo que me da un respiro, una ilusión, un destino: Todo eso y más ya se me antoja hasta demasiado para este día que no pasa, que se queda varado como estaca en mi corazón: Porque algo me susurra que algo sé que estoy muy cerca, por completo, de la derrota total. Pero y qué más. ¿Acaso hay algún algo más? No tengo ganas entonces de pensar, para qué. Nada se consigue como no sea algún desaconsejable síntoma de desesperación. Pero ¿ya no lo habías frecuentado Felipe? Eso de la desesperación se parece a una comida amarga que siempre (me) cae para el lado negro, para el volver a mal estar. Hoy en otro día de miércoles vuelvo a malestar, a molestar a mis demonios dormidos con mis pedidos de paz: Ya acaso es necesario que todos (todos) se esfuerzen, si acaso algún día me fuesen a dejar en paz.
¿O será que estoy exigiendo demasiado mucho más?

felipe marangoni

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