julio cero-tres
Como atajos me estoy autosaboteando, acaso por la necesidad suprema de no auto fallarme, de no auto claudicar: De todos modos, tres días a veces son la misma cosa: dejar las horas, el tiempo esquivar, sentirlos pesados, como las nubes que atormentan tanta tormenta de espíritu, tanta inestabilidad emocional. Entonces, qué queda: Sólo sentarme a esperar. Idiotizarme con la tv que nada reporta, sólo colores ajenos, bellezas de salón, inasequibles, inconquistables, como inconquistable es esta tierra que yo soñé como mejor: Es una mierda, todo por acá lo es. Nada me convoca a un delirio de bienestar, menos de satisfacción. ¿Me equivoqué? Cuando tres días me abandonan vacío, me desamparan lejano, no tengo cómo, cómo carajos rebatir(me), cómo demonios volverme a validar. Creo que ya me queda poco valor, muchos bolsillos vacíos, demasiado espacio para alquilar.
Ando cerca, cerca de la calle, lejos de casa.
Demasiado cerca del final.
Ando cerca, cerca de la calle, lejos de casa.
Demasiado cerca del final.
felipe marangoni
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