Tuesday, June 20, 2006

junio dieciocho

Algo quiere clarificar. El cielo se retuerce cansado de su amarga condición: Pelea por un retazo de sol. No me importa mucho, parece. Hoy viajo, temprano en domingo, viajo por debajo, bien por debajo de todo, de todos, de mí. En subtes combinados, reflexiono por festejos: Hoy algo, alguien (se) festeja. Siempre otro algo, siempre otro alguien, siempre un festejo ajeno, nunca un para mí. Sin embargo, sé que hoy me esperan: Sólo aquellos que nunca por mí cansarán de esperar, sólo aquellos a quienes por siempre me precisarán importar. Viajo al encuentro con mi sangre: Sangre que no debe verme por otras cosas inexplicables desangrar. ¿Cómo elaborar ante ellos la teoría del perpetuo fracaso? No esto les debo jamás denunciar. Ya les debo demasiado. En un asiento apático amodorro mis dudas: Domingo neutro, sin papeles, sin boletos. Sin voz, sin nadie, sin vos. Es como lo mismo de casi nunca siempre: Sólo solo me queda la nada por conversar, la ninguna por conservar. Y en el mediodía de mi alma, descubro el peso encadenado de mi permanente condena: Sé que he sido maldito, de algún modo impedido para una buena (nueva) historia de amor: Pero acaso Felipe, ¿sabés definir al amor? ¿Tan seguro estás de que existe cosa semejante? Ver a las cosas como éstas no son. Si el Anticristo está en lo cierto, ya no sé dónde ubicarme. Todo lo veo con ojos de infortunio. Me abruma pensarla con ojos de desesperación.
A veces, ya no quiero ver.

felipe marangoni

0 Comments:

Post a Comment

<< Home