Tuesday, June 20, 2006

junio 17

Sombras, penumbras, y más. Como dagas en la cabeza, memorias de un mal sueño abominable, inextinguible, como rojas lenguas que abrasan la sangre candente, el espíritu extinguido, todo contraído de pura enfermedad: Me siento para el lado negro. Hoy cuando la gente hueca se siente sábado, no me interesa en este sábado ser. Me quedé bastante atrás, como ésa su mirada, sin deseos de observar. Son las cualquier hora. No encuentro relojes en la Furia tormentosa, entre todas estas nubes fanáticas que abuchean por mi derrota. Tal vez lloviera. La tormenta no cesa. Y en Bs. As., o acaso en todo lado, los encuentros, los entretenimientos son como montón de aire: Pasan sin que se los pueda detener, siquiera a veces llegar a percibir. Hoy sábado no sé si vivo o si me enveneno en una lenta, repetida, venenosa especie de final: Y cuando el mundo de este lado se prepara para salir de cacería, la noche me clausura: si algo he de considerar clausurado es la esperanza de ser alguien, algo más que una presa, un trofeo de caza mayor, o tal vez menor. Sin embargo me justifico: Al menos, hoy soy un invento, una excusa Em mi menor, siquiera una letra que nada dice, un canto que no tiene entonación. Una obra impronunciable para no dejarme terminar.
No es así como debería culminar.

felipe marangoni

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