Tuesday, June 20, 2006

junio dieciséis

Altas horas. Tan tempranas para esta pesadilla. Tan lejanas para alguna salvación. He vuelto a salir. Estoy de vuelta, de salir: Mal. Todo ha vuelto a salir. Qué razón hay. ¿Vale la pena seguir intentando, intentando seguirla? Viernes en madrugada: Mi miseria y mi yo. Nadie más que nosotros, vapuleados por los infiernos precisos, precipitados como hielo sobre mí. Nadie menos, nada más. Ella se ha ido como siempre, sin ver, aun mirando hacia atrás, lo que detrás iba dejando: El infierno posterior a su ella, superior a mi yo. A merced de los demonios, como inviernos próximos apretujando contra el asfalto solitario, sobre el cielo negro aún no amanecido, acaso parecido a las tinieblas que como buitres revolotean la mente perturbada, aturdida de tanto inútil pensar: Pienso: ¿Es éste el excesivo precio para un instante de paraíso? Tanto infierno anterior: Angustia. Tanto infierno posterior: Desangra. Aniquila toda chance de inaugurar el buen día, uno distinto, otro mejor: ¿Justifica ella tanto sacrificio, tanto mudo dolor? Acaso a la distancia, sospecharé en la definitiva mente sí. Mas en la dureza de la hora 5 no tengo tiempo ni ánimo para salvarme, para salvarla. No encuentro los límites, el final. Amanece en la Furia indiferente, amenaza en la impaciencia de mi indecisión. Quiero dormir, mas la pesadilla apenas está comenzando.
Para esto, para el viernes de resto, es mejor no pertenecer.

felipe marangoni

0 Comments:

Post a Comment

<< Home